sábado, 21 de febrero de 2015

MANIFIESTO: DECLARO HABER ABORTADO, NO A LA LIBERTAD VIGILADA...



MANIFIESTO  DE LAS  343
Enviado X Su Conejeros/El Ciudadano
En Francia cada año un millón de mujeres  aborta en peligrosas condiciones, a causa  de la clandestinidad a la cual  se ven condenadas.  Esta operación, efectuada en medio hospitalario, no presenta mayores riesgos. El destino de estos millones  de mujeres es silenciado. En consecuencia yo declaro formar parte de ellas. 

Declaro  haber  abortado.
De la misma manera que  exigimos la contracepción libre, reclamamos  también  la libertad   de abortar.

Aborto
Esta  palabra  expresaría y limitaría, de una vez por todas, la esencia del combate feminista. Ser  feminista es luchar  por el  derecho al aborto libre y gratuito.

Aborto
Al parecer este asunto sería una cosa de mujeres. Al igual  que la cocina  y los paňales, es decir algo sucio por definición. Luchar  por el aborto  libre y gratuito pareciera ser, además, una cosa tan irrisoria y mezquina…Porque siempre debe haber  un olor a hospital, a cocina, o a caca detrás de las mujeres.
Nuestras  emociones ligadas a nuestra lucha por el aborto libre son  complejas. Ellas  demuestran la dificultad  que tenemos  en asumirnos, a  convencernos de que vale la pena combatir por nuestros derechos. A diferencia de los otros seres humanos, nosotras no tenemos el derecho a disponer de nuestro cuerpo. Sin embargo, el vientre  es nuestro.

El aborto libre y gratuito no es nuestra  única  plataforma de lucha. Esta demanda es simplemente una exigencia elemental. Si no se la toma en cuenta, el combate político no puede ni siquiera comenzar. Recuperar, reintegrar nuestro propio cuerpo constituye para nosotras, las mujeres, una necesidad  vital. De frente  a la Historia nuestra situación  es bastante singular: en  una sociedad  moderna, como la nuestra, somos  seres humanos a quienes  se les prohíbe  disponer  de sus   cuerpos. Una situación  que en el pasado sólo  los esclavos han  conocido.

Este escándalo se perpetúa  en permanencia. Todos los años  hay 1.500.000  de mujeres  hundidas  en la desesperación y  la vergüenza. Entre ellas hay  5000   que  mueren. Sin embargo, el orden moral de nuestra sociedad  no se ve  perturbado en  absoluto.

Quisiéramos gritarlo en voz alta
El aborto libre y gratuito significa: cesar en el acto de avergonzarse de su cuerpo, poder  por fin  sentirse libre y orgullosa  de él (al igual de todos aquellos  que  tienen un buen un  empleo).Dejar de sentirse avergonzada por el hecho de ser mujer.

Un ego desmenuzado, desperdigado, hecho añicos: está es  la impresión íntima  que  resiente  una mujer cuando debe hacerse un aborto clandestino.

Ser  siempre una misma. No sentir más el miedo a ser “tomada», a ser  aprisionada  en una trampa. A sentirse desdoblada, impotente, con esa especie de tumor incrustado  en nuestro ser. La idea de librar este combate me estimula. Si lo gano, a partir de ese momento comenzare a sentirme dueña  de mi  misma. Y no del Estado, de una familia, o de un niño  que no deseo.

Esta lucha nos permitiría controlar el flujo de nacimientos. Como cualquier otro productor, las mujeres deben poder controlar su producción. Utilizar  este control implica  transformar  radicalmente las estructuras mentales de las mujeres. Y una  transformación, igualmente radical, de las estructuras de la sociedad.

1) Yo hare un  niño, si  tal es mi deseo y  no sufro  ninguna presión moral. Ninguna  institución, o imperativos de orden económico, deberían  obligarme  a hacerlo. Está prerrogativa constituye mi poder político. Al igual que  otros agentes  productores, yo   puedo, si la situación lo exige, presionar a la sociedad  con mi producción  (huelga  de nacimientos)

2) Yo  hare un niño  si considero que  la sociedad, en la cual  nacerá,  me conviene. Y  si esta  misma sociedad  no  hace de mi una  esclava de este niño, su  nodriza, su sirvienta, su cabeza de Turco.

3) Yo  asumiré la responsabilidad de concebir un niño si este es mi deseo, y si esta  sociedad  me conviene a mí como a él. Es decir una sociedad sin riesgos de guerras y  sin  trabajo esclavizador.

(Gisele Halimi, activista franco tunesina)

No  a la libertad vigilada
El debate sobre el aborto que tiene lugar, actualmente, ignora a sus principales interesadas, las mujeres. Establecer si la ley debe ser liberalizada; determinar en qué casos el aborto puede ser autorizado, o el problema del aborto terapéutico, todos estos temas son sin ningún interés para nosotras. Está temática no nos concierne en nada.

El aborto terapéutico exige una “buena “razón para obtener el “permiso” de abortar. Esto significa que debemos merecer el derecho de no tener niños. Al igual que antes seguimos siendo desposeídas de nuestro derecho a dar la vida o no. Obligar a una mujer a ser madre seguiría siendo un principio legítimo. Establecer algunas excepciones a esta regla no haría más que  reforzar esta legislación. Esta nueva  ley, por muy liberal que está sea, continuaría  ocupándose de  nuestro cuerpo. Ahora  bien, el uso de nuestro cuerpo no debe ser reglamentado en absoluto. Nunca  aceptaremos excepciones; restos de lo que los otros seres  humanos disfrutan  desde su nacimiento: la libertad de hacer uso de su cuerpo  a su antojo.

En nuestra calidad  de mujeres nos oponemos a la ley Peyret. Al denominado proyecto  A.N.E. Ha, así como a cualquier  ley  que pretenda, de  alguna manera u  otra, regular nuestros cuerpos. No queremos que se promulgue una ley  más ventajosa para nosotras. Queremos  simplemente  que no haya  ley.  No pedimos   la caridad, pedimos simplemente justicia. Somos  27000000  en este país. 27 000000  ‘ciudadanas” que hoy en día son  tratadas  como  ganado.

A los fascistas, cualquiera sea su pelaje ,les decimos ( aquellos  que lo  reivindican  y nos agreden físicamente, católicos , integristas, demógrafos, médicos, expertos, juristas, “hombres responsables”,  a Debré, Peyret, Lejeune, Pompidou , Chauchard,  el Papa) que  a partir de ahora están desenmascarados.  Que son unos asesinos  y que por lo tanto les prohibimos terminantemente  utilizar el término “respeto  a la vida”. Está es una obscenidad  en sus bocas. Somos  27000000 y  lucharemos  hasta el final para  lograr lo que se nos debe: poder disponer libremente  de nuestros cuerpos.

(Marguerite Duras y Madeleine Renaud, en 1965.  ©Hulton Archives /Getty Images)

LOS DIEZ  MANDAMIENTOS DEL  ESTADO BURGUES
Feto  en lugar  del  ser humano elegirás  cuando  este Ser es una  hembra.
Mujer nunca deberá abortar, sobre todo si Debré reclama 100 millones de  franceses.
100  millones  de franceses tendrás, a condición  de que estos no te cuesten  nada.
Sumamente severo será con todas  aquellas hembras pobres que no pueden darse el lujo de  ir a abortar a  Inglaterra.

Siempre mantendrás un  margen de  desempleo, a fin de complacer  los deseos de  los capitalistas.
Muy moralista serás, Sólo Dios  sabe lo que  “nuestras “mujeres harían si  por ventura  fueran   libres.
Fetos tu preservaras.  Resulta  más rentable  matarlos a los 18 años,  cuando  hacen el servicio militar.
Necesidad de estos últimos siempre tendrás, porque tu política imperialista proseguirás .
En cuanto a ti: contracepción utilizaras,  así los  pocos  hijos que tendrás,  podrán   matricularse  en  las escuelas  de elite. Y  también  porque  sólo dispondrás de un departamento  de diez  habitaciones.
En lo que  respecta  a los  otros  individuos, la pastilla anticonceptiva  denigraras siempre. ¡Porque no faltaba más!

Referencias
El  Manifiesto de las 343 fue  redactado por Simone  de Beauvoir, y  publicado   en el  Nouvel Observateur  N°  334  del  5 de  abril  de  1971 . Entre las firmantes  se destacan personalidades como ,ademas de Simone de Beauvoir, ,Catherine DeneuveMarguerite Duras,  Gisèle HalimiBernadette Lafont, , Ariane Mnouchkine,  Jeanne Moreau,  Marie-France PisierFrançoise Sagan,  Agnès Varda

El Movimiento  de Liberación de la Mujer así  como otras  organizaciones feministas suscribieron también a este  manifiesto. Una  ley, autorizando el aborto libre y gratuito , termino siendo promulgada en  el año 1975.  La denominada  ley  Veil, en referencia  a Simone  Veil, ministra  de  Salud  de  Valery  Giscard d’Estaing.

Fuente: El Ciudadano/Traducción de Georges Aguayo, escritor chileno residente  en Francia  (RIL editores)


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