¿CONTRA EL ABORTO?*
X victoria aldunate
Cuando los supuestos defensores de la vida,
muchos de los cuales fueron cómplices de desaparecimientos y torturas durante
17 años,hablan de la pastilla del día después –que agradezco haber podido usar
cuando fue necesario- o del aborto –que asumí como una decisión compleja por un
lado y por otro, como una posibilidad de elegir mi maternidad- comienzan con
aquella frase manoseada sobre “la defensa de la vida”, bueno, qué decir, no me
extraña tanto, pero, la verdad, suenan patéticos.
Dicen que defienden la vida del huevo y el
embrión, la vida de una guagua que pudo ser, “de un ser que no tiene culpa de
nada”, afirmación de la que se desprende que los que tuvieron sexo y sobre todo
ella (nosotras) la mala mujer que se desnudó, sí que tiene culpa, y ¡cuánta!.
Culpa de tener ganas de acostarse por ejemplo, de haberse olvidado de la
pastilla esa noche, de haberse pasado la película que con el ‘coito
interruptus’ no pasa nada, de no tener plata para condones, culpa incluso de
que halla fallado simplemente el método de anticoncepción que estaba usando
porque ninguno es 100 % infalible.
En fin, así va la mano, de la supuesta
“defensa de la vida” se deriva a la culpa y de ahí fijo a la suciedad del sexo
y del cuerpo. Más adelante ya pueden sacar los látigos y autoflajelarse – es
como una regresión medieval que les viene, ahora que está tan de moda-.
Por el “otro” lado político, los que no han
tenido agallas para hablar del aborto con todas sus letras, le rebaten
tímidamente al Opus. Le replican que “puchas, que qué se le va a hacer”, que no
todo el mundo tiene para darles paquetes de mercadería a una multitud de hijos
cesantes como lo hace Lavín, qué las mujeres pobres... y ya cuando se ven en
apuros, les salen con eso de: “imagínese Ud. señora Cristi” -y ahí vamos con el
látigo de nuevo- “si su hija fuera violada, ¿usted no querría que abortara?”. A
lo que consabidamente ella responderá que “¡Por su puesto, que no!, ni aunque
la violara un negro, que el niño no tiene culpa (nuevamente) de nada”. En este
caso, y bien intencionadamente, podríamos pensar que están hablando de la culpa
del violador, pero no sé, a veces lo dudo, y me parece oler la culpabilización
a aquella que lo ‘provocó’.
¿En “defensa de la vida” de quién?
La cosa es que señores que no quedaran jamás
embarazados sin desearlo -ni deseándolo- y señoras que extrañamente no tienen
10 hijos en 20 ó 30 años de vida sexual activa, alegan en su discusión: “la
defensa de la vida”. La pregunta que asalta es ¿de la vida de quién?. Y es que
es evidente que hay una vida de la que se olvidan, y es la vida de la mujer con
un embarazo no deseado a cuestas. Ellos no la defienden, atentan contra el
derecho humano de millones de mujeres chilenas a decidir su destino. Ellos
reducen a la mujer a un depósito de fetos. Un gran vientre, eso somos para
ellos.
Las 300 mil vidas de las mujeres que abortan
anualmente en Chile, las 500 vidas de las mujeres que abortan diariamente, no
son vidas que defender para ellos. Las más de 200 mil guaguas que nacen sin ser
deseadas anualmente, muchos de las cuáles irán siendo malamente abortadas
(maltratadas física o psicológicamente) luego de nacidas, cuando ya tienen un
cuerpo independiente y una identidad propia en un país puntero en maltrato
infantil, son vidas que ellos, los Opus y los otros, necesitan forzar a nacer
para quedar con su inquisidora consciencia tranquila:
-“Listo”- dicen, tranquilos de haber cumplido
con su función guardadora de su moralina.
-“Listo, ahora que esas mujeres pecadoras y
esas guaguas de población se las arreglen como puedan entre el barro y la
basura de sus campamentos”
-“Que vean como hacen en sus villas de
subsidio y sin pega”
-“Si donde comen 3 comen 5, si vas para
Chile”- eso lo cuentan en Miami.
-“Si total, la mujer chilena es sacrificada
pues oye”- Dicen que lo saben por sus empleadas.
Bueno, tal vez exagero en mi resentimiento de
clase. Estoy segura que las señoras del Opus le regalarán una ropita vieja para
la guagua a la mujer obligada a parir. Incluso sostienen casas de acogida para
adolescentes embarazadas, las tienen ahí durante los 9 meses, después chao, si
te he visto no me acuerdo, y la mujer adolescente debe llevar sola su vida y
otra vida más a cuestas, por los siguientes 15 o 20 años.
Las Mujeres que abortan en Chile
Guillermina señaló en una entrevista que había
ingresado al hospital San Juan de Dios en Septiembre de 1994 por un aborto.
Mientras una doctora practicaba el legrado (o raspaje) la profesional le señaló
que "no se quejara y mucho menos hiciera teatro" respecto de sentir
dolor. Todo el procedimiento fue hecho de forma brusca y dolorosa.
Irma, quien en 1990 entró con un severo shock
séptico al mismo hospital, señaló que lo primero que recibió fueron insultos.
Esta mujer relató además que el hombre que hacía el aseo de su habitación la
sometió a agresión verbal mientras estuvo en la sala de aislamiento bajo
custodia de Gendarmería.
A Flora de 28 años, dueña de casa le tomó un
mes juntar los 4 mil pesos que le cobraba la comadrona en 1991. Tenía dos
hijos, uno enfermo de parálisis. Lo que su marido ganaba se gastaba en el
tratamiento de su hijo. La Defensa pidió absolución por "fuerza
irresistible" por la enfermedad de su hijo y exiguo salario del marido. El
juez lo rechazó porque "si bien es interesante el aborto miserable en
otros países" acá no, dijo. “Y no hay pruebas que el marido no le fuera a
dar dinero para mantener al nuevo hijo porque cuando la mujer le mencionó el
hecho a su conviviente, este aceptó, por lo tanto la apoyó con su
conformidad".
88% de las mujeres que abortan son denunciadas
por los hospitales, 11% por sus parientes, convivientes, vecinos, empleador, el
1 %, se entrega. El ex-conviviente de una mujer, quien participó de la decisión
de interrumpir un embarazo, posteriormente utilizó su conocimiento del hecho
-que no tuvo complicación médica alguna- para chantajear a la mujer a objeto de
que volviera con él luego de una separación. Después de una ardua discusión
judicial por la custodia de tres hijos menores, el hombre la denunció por el
aborto ocurrido meses antes.
La fuente de estos testimonios e historias son
del libro de una mujer libertaria, la abogada Lidia Casas, "Mujeres
Procesadas Por Aborto" y del Foro Abierto De Salud Y Derechos
Reproductivos de Chile (1996), y en ellos queda al descubierto el espíritu del
Opus Dei, la UDI, y todos los demás, es el mismísimo espíritu de la doctora que
hizo el raspaje a Guillermina, del aseador que humilló a Irma, del Juez que
condenó a Flora y del exconviviente despechado que denunció a su mujer por aborto, es el espíritu inquisidor y culpabilizador de
quienes están en contra de la píldora del día después y del derecho a decidir
sus embarazos de las mujeres.
Ellos no defienden la vida sino que juzgan,
prejuzgan y quitan el derecho a decidir su destino a miles de mujeres chilenas.
Victoria Aldunate Morales
* Este artículo fue publicado en el peiódico de papel "La Firme" en el año 2000
No hay comentarios:
Publicar un comentario